Psicobiología de los sentidos: el Tacto

Verificado Redactado por Marta Guerri el 8 abril 2017. Artículo revisado, actualizado y verificado por nuestro equipo de psicólogos el 18 mayo 2023.
El sentido del tacto nos permite percibir las sensaciones físicas y comunicarnos con el entorno de manera significativa.

El sentido del tacto es uno de los cinco sentidos básicos que poseemos los seres humanos, junto con la vista, el oído, el olfato y el gusto. A través de este sentido, podemos percibir las sensaciones físicas de nuestro entorno, lo que nos permite interactuar con el mundo que nos rodea de una manera muy especial y significativa.

Función del sentido del tacto

El tacto es una forma de comunicación que utilizamos constantemente, tanto con nosotros mismos como con los demás. A través del contacto físico, podemos expresar afecto, cariño, empatía, compasión, entre otros sentimientos. Además, el tacto también nos permite explorar y aprender sobre el mundo que nos rodea, ya que a través del contacto podemos sentir diferentes texturas, temperaturas y formas.

Una de las funciones más importantes del sentido del tacto es la protección del cuerpo. A través del tacto, somos capaces de detectar la presencia de objetos peligrosos, como objetos calientes, filosos o punzantes, lo que nos permite retirarnos antes de sufrir algún tipo de lesión o daño.

El sentido del tacto también juega un papel importante en el desarrollo emocional de los seres humanos. El contacto físico y la estimulación táctil son necesarios para el crecimiento y el bienestar emocional de los bebés y los niños pequeños, y son esenciales para el desarrollo de la confianza y la seguridad en sí mismos.

El sentido del tacto percibe la temperatura, la presión y el dolor de nuestro cuerpo. El tacto no solo es percibido por la piel, sino que también incluye receptores en los músculos. Esto se debe a que el tacto tiene dos propósitos fundamentales:

  • Nos permite relacionarnos con nuestro entorno con mayor precisión.
  • Proporciona una señal interna de si se están siguiendo las «órdenes» de nuestro cerebro. Por ejemplo, si el cerebro envía una señal a la mano para que se cierre, el sentido del tacto envía a su vez otra señal de retorno inmediata que nos permite saber que la mano realmente está cerrada. Esto crea un ciclo de retroalimentación que facilita una correcta comunicación entre los impulsos del cerebro y la respuesta del cuerpo.

Anatomía y fisiología de la piel

La piel es el órgano más grande del cuerpo, con un área total de aproximadamente 2 metros cuadrados. La piel nos protege de los microbios y los elementos, ayuda a regular la temperatura corporal y permite las sensaciones del tacto, el calor y el frío.

El color de la piel es creado por células especiales llamadas melanocitos, que producen el pigmento melanina. Los melanocitos se encuentran en la epidermis.

El sentido del tacto es posible gracias a una serie de receptores sensoriales ubicados en la piel y en algunas partes del cuerpo, como las manos y los pies. Estos receptores, llamados corpúsculos táctiles, son capaces de detectar diferentes tipos de sensaciones, como la presión, el calor, el frío, la textura y la vibración.

Capas y tipos de piel

Podemos distinguir dos tipos de piel: la piel glabra (sin pelo) y la piel pilosa (con pelo). La piel glabra tiene una mayor sensibilidad y una gran capacidad de discriminación debido a una densidad de inervación mayor que la piel con pelo. La piel glabra se encuentra en los dedos, la palma de la mano, la planta de los pies y los labios.

La piel se divide en tres capas: la epidermis, la dermis y la hipodermis.

  1. La epidermis es la capa más externa y se compone de células muertas que se desprenden constantemente.
  2. La dermis es la capa intermedia y contiene los corpúsculos táctiles y los folículos pilosos.
  3. La hipodermis es la capa más profunda y se compone de tejido adiposo.

Las zonas más sensibles al tacto son la cabeza de los dedos y la lengua. Esto significa que estas zonas tienen una mayor densidad de receptores, unos campos receptores más pequeños y una mayor densidad de inervación, es decir, un mayor número de neuronas en el SNC dedicadas a la información sensorial procedente de estas zonas.

Piel Anatomia
Piel Anatomia

Cuales son los receptores táctiles

De acuerdo con su función, los receptores del sistema somestésicos se dividen en tres grupos: mecanorreceptores, nociceptores y termorreceptores.

1. Los mecanorreceptores

Los mecanorreceptores son células especializadas que se encuentran en la piel y otros tejidos del cuerpo, y que son responsables de detectar estímulos mecánicos como el tacto, la presión, la vibración y la distorsión. Estos receptores están diseñados para convertir la energía mecánica de los estímulos en señales eléctricas que el sistema nervioso central (SNC) puede procesar y utilizar para producir respuestas apropiadas.

Realizan el proceso de transducción, es decir, la transformación de la energía mecánica en señales eléctricas (potenciales receptores). Estos potenciales son potenciales locales que deben desencadenar potenciales de acción para poder llegar hasta el SNC.

Los mecanorreceptores no se distribuyen uniformemente por toda la piel. En las zonas más sensibles al tacto hay una mayor densidad de receptores, una mayor proporción de receptores con campos receptores pequeños y una elevada densidad de inervación.

La información que captan los diferentes mecanorreceptores llega a las neuronas de los ganglios de la raíz dorsal de la médula espinal.

Todos los receptores funcionan más o menos de la misma manera. El proceso de transducción es el siguiente:

  • Los estímulos aplicados sobre la piel deforman y modifican las terminaciones nerviosas, afectando su permeabilidad iónica de la membrana.
  • Los cambios en la permeabilidad generan una corriente de despolarización en la terminación nerviosa, creando un potencial de receptor (o generador) que desencadena potenciales de acción.

Existen diferentes tipos de mecanorreceptores en la piel y en otros tejidos del cuerpo, y cada uno de ellos está especializado para detectar un tipo específico de estímulo mecánico.

Los corpúsculos táctiles son un tipo de mecanorreceptores y se dividen en cuatro tipos principales: corpúsculos de Meissner, corpúsculos de Pacini, corpúsculos de Merkel y corpúsculos de Ruffini. Cada tipo de corpúsculo tiene una función específica y se encuentra en diferentes partes del cuerpo.

  1. Los corpúsculos de Meissner se encuentran en la piel de los dedos y son sensibles a la presión ligera y a la vibración. Son receptores de adaptación rápida y, por tanto, son particularmente sensibles al contacto inicial de los objetos sobre la superficie de la piel y el movimiento de objetos muy ligeros sobre la piel.
  2. Los corpúsculos de Pacini se encuentran en la piel de las palmas de las manos y las plantas de los pies, y son sensibles a la presión profunda y a la vibración. Son receptores de adaptación rápida. Por lo tanto, son especialmente sensibles para señalar los cambios rápidos de presión (características dinámicas). Cuando se aplica una presión sobre la piel, responden de una manera intensa durante algunos segundos, pero la respuesta desaparece rápidamente aunque se mantenga la presión.
  3. Los corpúsculos de Merkel se encuentran en la piel de los dedos y son sensibles a la presión ligera y la textura. Son receptores de adaptación lenta y, por tanto, continúan transmitiendo impulsos mientras está presente el estímulo. Detectan estímulos constantes y se relacionan con la discriminación estática de formas, bordes y texturas.
  4. Los corpúsculos de Ruffini se encuentran en la piel. Son receptores de adaptación lenta y, por tanto, útiles para señalar estados continuos de deformación de la piel (por ejemplo, cuando se ejerce una presión constante). Aunque se tienen dudas sobre su función, es probable que respondan fundamentalmente a los estímulos de generación interna (relacionados con la propiocepción).

Otros tipos de mecanoreceptores son:

  1. Terminaciones nerviosas libres: Estos mecanoreceptores son sensibles al dolor, la temperatura y el tacto ligero. Se encuentran en toda la piel y en otros tejidos del cuerpo, y son responsables de detectar una amplia gama de estímulos mecánicos y térmicos.
  2. Husos neuromusculares: Estos mecanoreceptores se encuentran en los músculos y están especializados en detectar cambios en la longitud y la tensión del músculo. Son responsables de detectar la posición y el movimiento de las extremidades y de ayudar en el control motor.

2. Los termorreceptores

Los termorreceptores son un tipo de receptor sensorial que se encuentran en la piel y que nos permiten detectar los cambios de temperatura en el ambiente y en nuestro cuerpo. Los termorreceptores se dividen en dos tipos principales: los receptores de calor y los receptores de frío.

Las sensaciones térmicas resultan de las diferencias entre la temperatura externa del aire o los objetos que entran en contacto con el cuerpo y la temperatura normal de la piel, que son unos 34 ºC.

Los receptores térmicos modulan su tasa de respuesta dependiendo de la temperatura. Cada tipo de receptor térmico se activa al máximo a determinadas temperaturas: los receptores del frío preferentemente a 25 ºC, y los de calor a 45 ºC. Temperaturas por encima o por debajo de estos valores evocan progresivamente respuestas más débiles.

Los receptores de calor se llaman también termorreceptores de tipo A-delta y son responsables de detectar los cambios de temperatura rápidos y bruscos, como cuando tocamos algo caliente. Estos receptores envían señales al cerebro a través de fibras nerviosas mielinizadas que transmiten la información con rapidez.

Los receptores de calor se activan cuando la temperatura aumenta y los receptores de frío se activan cuando la temperatura disminuye. Ambos tipos de receptores se localizan en la piel y se encuentran cerca de la superficie, en las terminaciones nerviosas de la epidermis y la dermis.

3. Los nociceptores

Los nociceptores son células sensoriales especializadas en la detección de estímulos dolorosos o potencialmente dañinos. Estos receptores están ubicados en diferentes partes del cuerpo, incluyendo la piel.

En la piel, los nociceptores se encuentran en la dermis y la epidermis, y son responsables de detectar estímulos dolorosos como el calor, el frío, la presión, la abrasión y los productos químicos irritantes.

Los nociceptores de la piel están compuestos por terminaciones nerviosas libres que se ramifican en la piel y se conectan a neuronas sensoriales que transmiten la señal de dolor al sistema nervioso central. Los nociceptores de la piel también pueden estar asociados con células de soporte y de modulación.

La activación de los nociceptores de la piel puede ser causada por diferentes tipos de estímulos. Por ejemplo, el calor excesivo puede activar los nociceptores que responden a temperaturas altas, mientras que la presión excesiva puede activar los nociceptores que responden a la presión. Los productos químicos irritantes también pueden activar los nociceptores de la piel.

Se distinguen tres tipos de nociceptores:

  1. Nociceptores mecanosensibles: responden a estímulos mecánicos peligrosamente intensos.
  2. Nociceptores mecanotérmicos: responden a estímulos térmicos.
  3. Nociceptores polimodales: responden a estímulos térmicos, mecánicos y químicos. Son más sensibles a los efectos destructivos de los estímulos que a sus características físicas.
La señal generada por los nociceptores de la piel es transmitida a través de las fibras nerviosas periféricas hacia la médula espinal y luego al cerebro, donde se procesa como una sensación de dolor. La activación de los nociceptores de la piel también puede desencadenar una respuesta refleja, como retirar la mano de una superficie caliente o dolorosa.

Referencias bibliográficas

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Mguerri

Marta Guerri es Licenciada en Psicología por la UOC y Diplomada en Enfermería por la UB. Es Psicóloga General Sanitaria, con un Máster en Terapia de la Conducta y la Salud, Postgrado en Terapia Familiar Socioeducativa, y un Postgrado en Salud Mental y Psiquiatría por la Universitat de Barcelona (UB). Ha trabajado en terapia con familias con vulnerabilidad social en el Servicio de Orientación y Acompañamiento a Familias (SOAF) y actualmente ejerce de Psicóloga en la Clínica Fertty, donde se dedica a la atención de pacientes y donantes en tratamientos de fertilidad. Además, es miembro de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), donde dirige uno de los grupos de estudio dedicado a la atención de donantes y ha realizado distintas ponencias sobre este tema. Es CEO y gestora de contenidos de Psicoactiva.com, un portal líder en psicología, que ha crecido hasta convertirse en una comunidad de referencia en el ámbito de la psicología y las neurociencias. Marta ha publicado varios libros sobre psicología y salud emocional, incluyendo "Inteligencia Emocional, una guía útil para mejorar tu vida" y "Entrenamiento mental para mejorar tu inteligencia" de la editorial Mestas Ediciones. Además, a través de su trabajo voluntario con la asociación Cracbaix, se dedica a asesorar a las familias con hijos de Altas Capacidades Intelectuales.

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