Lo primero que se nos pasa por la cabeza al ver el suspenso de nuestro hijo es que no ha estudiado suficiente, que juega demasiado a los videojuegos o que es un “vago”.
Sin embargo, lo primero que deberíamos hacer es echar la vista atrás para comprobar si es su primer suspenso, si ya ha ido “arrastrando” desde cursos anteriores y, lo que es más importante, si ha ocurrido algo a su alrededor últimamente que hay podido influir en estos resultados.
Causas del fracaso escolar
Existen múltiples causas que pueden provocar el fracaso escolar de los niños, desde causas físicas: como déficit visuales o auditivos no diagnosticados; hasta dificultades de origen psicopedagógico o logopédico. Algunas de esas causas psicológicas son:
- Dificultades de Aprendizaje: si el niño es menor de 10 años es posible que presente dificultades de memoria, atención, problemas de lectoescritura o baja comprensión lectora. A algunos alumnos les cuesta seguir un ritmo de aprendizaje normal, por presentar problemas a nivel de memoria, junto con una menor capacidad de atención a estímulos verbales y de expresión, y dificultades para evocar y recuperar la información aprendida.
- Hiperactividad: A un niño hiperactivo le cuesta permanecer sentado y fijar la atención, responde precipitadamente y habla en exceso sin escuchar, por todo ello, su rendimiento escolar será inferior a lo esperado.
- Problemas personales: Si hay algún tipo de problema o disfunción a nivel familiar, como peleas frecuentes entre los progenitores, falta de consenso en las normas de casa, divorcio, etc., esto seguro afectará a su interés y rendimiento escolar. Por otro lado, cuando el que suspende es un adolescente, es frecuente que detrás de esos suspensos aparezcan problemas de autoestima, inseguridad o estados depresivos.
- Ausencia de hábito y desconocimiento de técnicas de estudio: muchos niños se han acostumbrado a recibir un exceso de ayuda por parte de padres o hermanos y son incapaces de realizar por sí solos las tareas o estudiar. Tener una actitud excesivamente perezosa hacia los estudios a menudo conduce a una mala preparación del material de estudio. La actitud relajada de los estudiantes les impide hacer esfuerzos para aprender y comprender los diversos conceptos. Hacen lo posible para evitar trabajar ellos mismos y esperan que otros hagan sus tareas en su lugar.
- Incapacidad para gestionar el tiempo: el tiempo, como sabemos, es un activo valioso. El tiempo una vez perdido no se puede recuperar. Los dos factores anteriores requieren mucho tiempo. Las distracciones no académicas a menudo ocupan la mayor parte del tiempo de los estudiantes. No pueden utilizar el tiempo correctamente debido a la dilación. A veces, debido a la gran cantidad de compromisos no académicos, los estudiantes no pueden priorizar sus estudios y, por lo tanto, pierden un tiempo valioso. Entonces, los estudiantes que no pueden manejar el tiempo correctamente terminan suspendiendo.
Cómo ayudarles
Los niños generalmente necesitan estructura y supervisión, y necesitan a alguien que los vigile y que los responsabilice. Pero esto no significa que esa persona deba hacerle las tareas, bajo ningún concepto, de ser así, no aprenderá a gestionarse por sí mismo.
Los padres deben hablar con los maestros sobre las materias y las áreas donde su hijo tenga problemas. Programar un tiempo para reunirse y averiguar qué está pasando en clase sobre todo si ha habido cambios en su actitud recientemente. Los maestros conocen su comportamiento en el aula de primera mano.
También es importante explicarle al maestro lo que sucede con los estudios en casa y comparar si es similar a lo que sucede en el aula. A veces pueden haber sorpresas en este sentido.
Habla con tu hijo y pregunta «qué», no «por qué»
Intenta que la conversación con tu hijo sea funcional, no emocional. Demasiados padres se estancan en la emocionalidad: la ira, los gritos, la ansiedad, la frustración… Pero a los niños les va mejor cuando les hablamos desde la razón y no les incomodamos con estallidos emocionales. Después de todo, las emociones son volátiles, las de ellos también: te aman, te odian; están felices, están enojados. Por lo tanto, mantén la conversación a un nivel más sereno y funcional preguntándoles qué piensa que le está pasando, qué le cuesta hacer o entender, por qué lo cree, cómo piensa que podríamos ayudarle…
Cuando hablamos de que las calificaciones de nuestros hijos son bajas y suspenden en la escuela, suena simple pero es algo muy complejo, de difícil solución en muchos casos, pues require tiempo, dedicación, y sobre todo mucha paciencia y comprensión. Es algo con lo que los padres luchan todos los días en todo el mundo.
Muchos padres se preguntan: “¿Son las demandas de la escuela excesivas para mi hijo? ¿Son suficientes para él? ¿Debemos preocuparnos? ¿O nos lo tomamos con calma? En mi opinión, los padres que hacen que sea una prioridad involucrarse, y luego tomar medidas para ayudar a sus hijos, les están prestando un gran servicio.
Un último consejo: los niños son resistentes. Si ayudas a tu hijo seguramente podrá mejorar su rendimiento escolar, hacer las tareas y, con toda probabilidad aprobar los exámenes. Los niños tienen fortalezas que no son fácilmente observables a menos que sepa cómo buscarlas. Como padres es necesario encontrar esa capacidad de recuperación, encontrar esa fortaleza en vuestro hijo y trabajar con ella.
En cualquier caso, es imprescindible permanecer alerta ante cualquier señal de alarma, consultar al profesor y si es necesario, acudir al logopeda, psicólogo o pedagogo para que determine la causa del problema y marque el tratamiento educativo necesario.