En el campo de la salud, y muy en especial en el de la salud dermatológica, no todo es blanco o negro. Más allá de síntomas, diagnósticos varios y causas físicos, también pueden manifestarse ciertos problemas dermatológicos de origen psicológico.
¿Qué es la psicología dermatológica?
La psicología dermatológica trata de dar respuesta y tratamiento a todas aquellas afecciones y enfermedades de la piel cuyo origen provienen de otros trastornos o causas psicológicas. Aunque esto te parezca de ciencia-ficción, lo cierto es que el número de personas afectadas por dolencias dermatológicas con origen psicológico no hace más que aumentar.
Seguramente y en más de una ocasión, hayas observado cómo tu piel presenta peor aspecto tras episodios prolongados de estrés o alguna otra situación personal que afecte a tu bienestar y estado de ánimo.
No es ninguna casualidad, pues la ansiedad, el estrés, episodios de depresión y muchas otras alteraciones pueden incidir mucho más de lo que crees en el estado de la piel, manifestándose a través de erupciones, sequedad, brotes, caspa e incluso calvicie.
Según la revista de reconocido prestigio internacional Harvard Women’s Health Watch, muchas de las consultas con doctores especialistas en el campo de la dermatología esconden en verdad un origen de carácter psicológico.
Entonces, ¿cómo debemos abordar este tipo de alteraciones en la piel y en la mente del paciente? ¿Siempre será más conveniente empezar por tratar los problemas psicológicos antes de continuar con las alteraciones físicas o viceversa?
Estrés y otros trastornos: los culpables de muchos problemas dermatológicos
En el caso de alteraciones psicológicas provenientes de episodios transitorios más controlables, como el estrés o la ansiedad, será de vital importancia que tanto el doctor como el paciente comiencen desde ahí.
Y es que, aunque es una creencia muy cierta y que no dejamos de repetirnos cuando pasamos por episodios de estrés y ansiedad, muchas veces no le damos toda la importancia y prioridad que se merece.
Sabemos que el estrés y la ansiedad nos afectan mucho más de lo que creemos, no solo a nivel psicológico sino también a nivel físico, haciendo que durmamos peor, se produzcan cambios en nuestro estilo de vida y alimentación, y en definitiva, que todo ello también repercuta en la salud y el estado de nuestra piel.
Así, ya no solamente empeora nuestra salud dermatológica debido a nuestras alteraciones psicológicas, sino que nuestro modo de vida y costumbres se ven afectados, incidiendo todavía más en nuestro bienestar y felicidad.
Y eso no hace más que agravar y aumentar el problema. Por lo tanto, es muy importante abordar las causas y proponer un tratamiento que pueda abarcar todos los frentes, tanto físicos como psicológicos.
¿Para quién está indicada la psicología dermatológica?
Los tratamientos dermatológicos con un enfoque psicológico han demostrado ser muy efectivos en pacientes con acné, eczemas, psoriasis y vitíligo. Precisamente porque sus condiciones dermatológicas pueden incidir de manera muy negativa en su autoestima y dificultar sus relaciones tanto personales como profesionales.
Por esta razón, el profesional de la medicina que atienda a cada paciente, deberá tener en cuenta el tratamiento indicado, no solo para combatir los síntomas y la apariencia de la piel, sino abordar también las consecuencias psicológicas a las que el paciente debe hacer frente.
Puede parecer que un principio la causa sea una, pero si se indaga algo más en el historial clínico y psicológico del paciente, puede que el doctor se encuentre con alguna que otra sorpresa, que termine por cambiar drásticamente el tipo de tratamiento a seguir.
Así mismo, si el origen de estos problemas se debe al estrés, será importante identificar desde el primer minuto todos aquellos agentes que propician la aparición de estrés y ansiedad, así como actividades que mejoren el bienestar y la relajación del paciente.
Muchas veces, y si las alteraciones psicológicas son más graves o más continuadas en el tiempo, será de gran ayuda contar con un psicólogo o un psiquiatra que trabaje en sinergia con el médico dermatólogo.
No obstante, habrá que valorar cada caso en profundidad, antes de proponer el mejor tratamiento. Una actitud empática por parte del doctor especialista, así como que el paciente sea capaz de depositar toda su confianza en el tratamiento serán los dos factores clave del éxito.
Una nueva manera de afrontar las enfermedades de la piel
En un principio, puede que muchos pacientes sean reticentes a recibir tratamientos de carácter más psicológico para hacer frente a sus enfermedades o alteraciones dermatológicas. Todavía no estamos acostumbrados a admitir y aceptar ciertas dolencias mentales.
No obstante, cada vez son más las personas conscientes de que el bienestar mental repercute en gran medida, y cada vez más, en la salud física. Con el tratamiento médico indicado, ciertos cambios en el estilo de vida así como una actitud positiva, se ayudará a que nuestra piel vuelva a gozar de buena salud.