La ilusión de Ebbinghaus es aquella que nos hace ver figuras geométricas de diferentes tamaños, cuando en realidad sus medidas son las mismas.
Seguro muchos hemos observado esta ilusión en la que un círculo está en el centro, rodeado por otros. A su lado, hay otro círculo también bordeado.
Cuando la miramos por primera vez la reacción que aparece de inmediato es la de considerar que los círculos difieren en tamaño. Sin embargo, para sorpresa de todos, ambos tienen la misma proporción.
¿Qué ocurre en esta ilusión de Ebbinghaus?
La ilusión de Ebbinghaus
Algunas veces damos por sentado que las cosas son tal y como las observamos, hasta el momento en el que nos tropezamos con la ilusión de Ebbinghaus. En ese instante nos damos cuenta que la realidad no es tan simple como creemos.
Esta ilusión recibe su nombre gracias al psicólogo Hermann Ebbinghaus (1850-1909), quien fue que la descubrió. Sin embargo, también se le conoce como los “Círculos de Titchener”, ya que en el mundo inglés esta ilusión fue difundida por Titchener, al presentarla en una obra de psicología experimental, en el año 1901.
En principio, se creía que la ilusión se debía a una distorsión en cuando a la percepción del tamaño; no obstante, también se ha considerado que al pedir a un sujeto ejecutar la acción de agarrar -con su mano-, no había ningún error, pero, últimamente se ha pensado que, tanto el sistema de percepción como el de acción caen en engaño con esta ilusión.
Lo cierto es que el tema de la percepción no es tan sencillo como para simplificarlo en unos cuantos axiomas, y mucho menos cuando se trata de ilusiones ópticas.
Por ejemplo, hay datos asombrosos que nos muestran que incluso los animales pueden ser timados con estas ilusiones, lo cual deja en evidencia que el sistema visual no es perfecto, ni en los hombres ni en el reino animal.
Tal es el caso de la astuta ave de emparrado macho, la cual adorna su nido de apareamiento con varios objetos para hacerlo ver más grande y atraer a las hembras, tal como lo señala la divulgadora científica Katrin Weigmann en su interesante artículo titulado Con ojos de pájaro.
Consideraciones sobre la ilusión de Ebbinghaus
La investigación de Weigmann nos permite corroborar que la realidad no está dada, sino que se percibe a través de un proceso activo por parte del sujeto, en el que influyen otros aspectos, tales como el aprendizaje adquirido, las emociones, la cultura, entre otros.
Todos estos elementos condicionan la manera en la que percibimos la realidad. Es por ello que las ilusiones ópticas han llamado tanto la atención de los psicólogos y otros estudiosos que sienten curiosidad sobre cómo es el mundo de verdad.
La ilusión de Hermann Ebbinghaus, en la que el circulo rodeado por figuras grandes nos parece de menor tamaño de lo que es, quizá se debe a que estamos comparando los objetos que se nos muestran en la imagen.
Este proceso demanda que la corteza visual procese una información, en donde las neuronas de la primera capa van a reaccionar a los estímulos más simples, como los bordes y contornos, seguida por la activación de las áreas cerebrales superiores, en donde los estímulos procesados serán de mayor complejidad.
Una región de nuestro cerebro se encargará de codificar las figuras geométricas, mientras que otro nivel superior realizará la interconexión de todo lo que observamos.
Más allá de un proceso cerebral
Más allá de un proceso cerebral, en el que los círculos que actúan como distractores en la ilusión de Ebbinghaus nos hacen creer que el círculo central cambia de tamaño, esta ilusión nos permite reflexionar sobre cuánto influye la cultura en cada ser humano.
La psicóloga Pacheco y otros autores, en la investigación: “¿Cómo de real vemos el mundo?”, indican que las sociedades tienden a ver el mundo de diferentes maneras y esto se puede evidenciar en la forma cómo cada grupo cultural percibe las ilusiones ópticas, entre las que se encuentra la de Ebbinghaus.
Los miembros de las sociedades no occidentales no son tan susceptibles a esta ilusión como sí lo son los de los de otras culturas, especialmente la occidental.
Esto demuestra que en la percepción intervienen factores decisivos, como el medio ambiente y el aprendizaje, los cuales entran en juego al momento de establecer relaciones entre figuras geométricas.
En el caso de las sociedades de Occidente, estas viven en una realidad en la que predominan las formas rectilíneas, visibles en carreteras, edificios e instrumentos cotidianos en los que ponderan los ángulos rectos y las líneas.
En cambio, en sociedades no occidentales, los entornos muestran continuidad y son más abiertos. Es por ello que sus cabañas son circulares y no poseen paredes. Inclusive, en algunas sociedades ni siquiera existen palabras para denominar algunas figuras geométricas
Todo esto nos permite concluir que tanto la ilusión de Ebbinghaus como otras, están influidas por la cultura, el aprendizaje y otros elementos que nos hacen cambiar nuestra percepción y el mundo como tal.
Bibliografía
- Gastó, C. (2006). Psicopatología de la percepción. Introducción a la psicopatología ya la psiquiatría, 173-185.
- Pacheco Unguetti, A. P., y de Fockert, J. (2011). ¿Cómo de real vemos el mundo? Ciencia Cognitiva, 5:3, 69-72
- Paz, G., Miño, C., & Espinosa, A. (2006). Ilusiones ópticas en el Aikido. Revista de Artes Marciales Asiáticas, 1(4), 20-37.
- Weigmann, K. (2016). Con ojos de pájaro. Mente y cerebro, (79), 72-77.