Hay personas que, tras una discusión con la pareja, un fallo en el trabajo o cualquier otro acontecimiento se pasan horas dándole vueltas a lo ocurrido, generando pensamientos improductivos e impidiendo el desarrollo de una vida satisfactoria. Un exceso de este tipo de pensamiento es a lo que llamaremos rumiaciones.
¿En qué consisten las rumiaciones?
Son pensamientos dañinos persistentes, es decir, que aparecen una y otra vez dando lugar a sentimientos de frustración. En la persona hay una lucha entre querer dejar de pensar sobre un hecho y no poder dejar de hacerlo, una presencia de pensamientos negativos sobre lo que se está viviendo, sobre uno mismo o sobre el entorno. Se revive de manera constante la misma escena, una ruptura, una crítica, un error cometido en el pasado. Se sigue analizando cada pequeño detalle de la situación sin poder resolver nada porque eso ya ha sucedido.
Una característica de las rumiaciones es que no persiguen el objetivo de solucionar el problema. No llegamos a ninguna conclusión que nos produzca alivio, sino que lo que hacemos en recordar una situación concreta una y otra vez, manteniendo en nosotros y nosotras las emociones de rabia y tristeza que tuvimos en su momento. Son pensamientos que no resuelven nada, al contrario, se vuelven un problema en sí mismos. La persona queda atrapada en su propio bucle de pensamientos, esto hace que le cueste tomar iniciativas que permitan distraerse y en las que poder concentrarse.
La rumiación aumenta la inactividad y con ello los momentos que no tenemos la mente ocupada, será entonces cuando la rumiación tienda a tener mayor frecuencia e intensidad.
Las rumiaciones se presentan sobretodo en las personas con trastornos depresivos con más frecuencia que el resto de la población en general, que también pueden tenerlas en determinados momentos, al no parar de pensar de manera reiterada y desde diferentes ángulos las situaciones, aumenta el estado de tristeza ya que no se es capaz de encontrar una solución.
¿Qué consecuencias pueden tener las rumiaciones?
1. Efecto adictivo
Si nos acostumbramos a centrar nuestra atención en lo malo puede que desarrollemos la necesidad de seguir haciéndolo y cada vez sea más difícil parar el círculo.
2. Hace más probable la aparición de otros trastornos
Mantener durante mucho tiempo esas emociones negativas pueden llevarnos a sufrir problemas de ansiedad y cuadros depresivos.
3. Aumento de pensamientos negativos en general
Si cogemos la costumbre de rumiar es posible que tendamos a ver negativamente otros aspectos en nuestra vida.
4. Aumentan los niveles de estrés
No solo aumenta el estrés emocional, sino también el físico, aumentando la probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Así, teniendo en cuenta cómo puede afectar al estado de la persona, es importante intentar minimizar sus efectos, reduciendo el número de ocasiones que se nos aparecen y la vez cortar el círculo vicioso que lo activa.
Como intentar evitar las rumiaciones
Aunque existen algunas técnicas que puede ayudar, no son soluciones mágicas, por lo que debemos de ser constantes en su utilización para que sean efectivas.
1. Parar el pensamiento de golpe
En el momento de que la persona se da cuenta de que está rumiando, intentar dejar de pensar en ello. Se puede utilizar una señal creada por la persona, como imaginar una señal de stop o decir en voz alta ¡Basta!
2. Centrarse en el presente
Otra forma de evitar las rumiaciones consiste en estar totalmente centrado en el presente, en el aquí y ahora, ya que la rumiación consiste en revivir una y otra vez un acontecimiento negativo y pasado. Para ello es muy recomendable practicar el mindfulness.
3. Intentar identificar los momentos en que se presenta
Momentos de aburrimiento, antes de ir a dormir, cuando algo no ha salido como pensábamos, para luego buscar alguna actividad que nos obligue a estar ocupados mentalmente en estos momentos.
4. Conocer el contenido o idea básica que existe en las rumiaciones
Esto nos permitirá conocer el hilo principal de las preocupaciones y poderlas analizar en otros momentos para observar si son ciertas o son interpretaciones distorsionadas de nuestra realidad.
5. Mover el cuerpo para mover la mente
El deporte; ayuda en la liberación de endorfinas y exige concentración en una tarea en tiempo real.
Estos recursos son personales y cada cual puede tener predilección por algunos de ellos o la combinación de ambos, por eso es interesante irlos practicando en diferentes contextos para poder generalizarlos al máximo. Si tenemos anotadas las cosas que nos funcionan será más fácil llevarlas a cabo en momentos de crisis para detener estos pensamientos. Definitivamente lo importante es ocupar o distraer la mente para que las rumiaciones no se cronifiquen y nos impidan disfrutar de la vida de una manera tranquila.

Bibliografía
- Fernández Marcos, T. (2017). La interferencia de las rumiaciones obsesivas en la atención. (Tesis doctoral)
- Biglieri, R. R. (2004). Terapia cognitiva en pacientes con rumiaciones obsesivas. ERTE, 15 (56), 85-90.
Efectivamente, el problema no es pensar mucho, el problema es pensar mal. Si piensas mucho y bien es lo mejor, siempre que te deje dormir y descansar lo que necesites. Clasificación por orden de mejor a peor: Pensar mucho y bien. Pensar poco y bien. Pensar poco y mal. Pensar mucho y mal.