Las emociones tienen como finalidad preservar la supervivencia de un organismo. Sin embargo, en los seres humanos (seres sociales, conscientes y autorreflexivos), han evolucionado hasta el punto de no limitarse simplemente a preservar la vida. La culpa, es el resultado de la evolución de las emociones humanas, por la inserción del ser humano en redes culturales cargadas de normas y valores.
En este articulo abordaremos a la emoción de culpa como una problemática, desde la posibilidad de que se torne patológica. Si quieres conocer las implicancias de la culpa patológica y cómo gestionarla, entonces sigue leyendo.
La culpa como emoción
La culpa es una emoción, pero esta no pertenece al grupo de las emociones básicas. Las emociones básicas son aquellas que contribuyen a la supervivencia del organismo, adaptaciones que le permiten adaptarse al contexto y preservar su vida, son comunes a todas las especies animales. Sin embargo, la culpa no corresponde a una de estas. La culpa es una emoción autorreflexiva, compleja y exclusivamente humana. La culpa, es la sensación de sentirse responsable por algo que, subjetivamente, “estuvo mal”.
El sentimiento de culpa puede llegar a ser un disparador de grandes angustias.
Es propio de los seres humanos ya que somos seres sociales, que compartimos con nuestros iguales. La sensación de culpa tiene lugar cuando, tras hacer daño a alguien, nos sentimos mal al respecto. La culpa es la consecuencia del arrepentimiento, y podemos llegar a sentirla habiendo hecho daño de forma intencional o no.
La culpa puede llegar a surgir cuando rompemos normas, al herir física o moralmente a alguien, al decepcionar a un ser querido por no abstenernos a sus ideales. Son muy amplios los aspectos que podrían llegar a desatar culpa. Y, si algo caracteriza a esta emoción, es la incomodidad que genera. La culpa logra hacernos sentir mal con nosotros mismos, nos avergüenza, remuerde nuestra consciencia. Por ello, saber lidiar con la culpa es importante. Con ello no nos referimos a dañar a otros sin hacernos cargo al respecto, ni que hacer daño está bien. Sin embargo, la culpa puede tornarse patológica, por eso saber gestionarla para no magnificarla por demás es de importancia.
Culpa patológica
Como ya hemos adelantado, la culpa puede llegar a adueñarse de la conciencia de una persona. En esos casos, en que complica el normal desarrollo de la vida cotidiana de alguien, decimos que la culpa se ha tornado patológica. Ahora, puede que te estés preguntando cómo identificar cierto grado de culpabilidad considerado “normal” y uno patológico, pues bien, te diremos cuáles son los principales indicios de la culpa patológica.
Alguien con culpabilidad excesiva (patológica) manifiesta:
- Alta sensibilidad hacia las opiniones y validación de otras personas.
- La palabra “perdón” está constantemente presente en su vocabulario, incluso aunque no hayan hecho nada por lo que pedirlo.
- Temen al rechazo profundamente.
- Fácilmente encuentran motivos por los que angustiarse.
- Se responsabilizan por cosas que no han hecho.
- Dejan de lado sus prioridades por satisfacer a las demás personas.
- No dicen que no, se sienten mal cuando lo hacen.
- Son sumamente autocríticos, siempre valoran negativamente sus actitudes y comportamientos.
- Consideran que no son lo suficientemente buenos para los demás.
- Creen que no los aceptarán o querrán si no acceden a hacer lo que otras personas quieren.
Con la lista de características de las personas con culpabilidad patológica podríamos seguir y seguir, pero en ellos siempre encontraremos estos rasgos constantes: son personas que viven angustiadas, creyendo que no valen lo suficiente y temiendo profundamente dañar a otras personas con sus acciones o palabras (tal es así que se adjudican responsabilidad por cosas que no han hecho).
Las consecuencias de sentir constantemente culpa
Ya sabes lo que las personas que sienten culpa patológica experimentan. Para que puedas dimensionar las desventajas de la culpa, te daremos algunos ejemplos de las consecuencias a las que puedes llegar a tener que enfrentarte por sentirte culpable constantemente.
Las personas con culpa patológica se sienten angustiadas en su día a día, ya que cualquier situación (por más insignificante que sea) puede llegar a hacerlos sentir los responsables de perjudicar a alguien más. Esta constante atribución de responsabilidad por daños ajenos los lleva en muchas ocasiones a quienes padecen de culpa patológica, a aislarse socialmente, ya que no se consideran lo suficientemente buenos como para rodearse de otros.
El aislamiento, al mismo tiempo, puede llegar a derivar en severos problemas de autoestima, depresión o cuadros ansiosos. Sus pensamientos obsesivos y pesimistas, probablemente los suman en profundos cuadros de angustia, de los que es difícil salir si se encuentran aislados, sin nadie a quien recurrir.
En casos extremos, los reproches, la vergüenza y la frustración, podrían llevar a alguien al deseo de terminar con su vida, por su contante asedio.
Como verán, la severidad de la culpa puede llegar a ser extrema, llevando a serios casos de depresión o, incluso, al suicidio. No dejes que la culpa tome las riendas de tu vida, haz algo al respecto para modificarlo.
Libérate
El sentimiento de culpa puede llegar a ser agobiante, al punto de sumir a las personas en un cuadro de depresión. Por ello, aprender a gestionar la culpa es de importancia, para preservar la salud tanto física como mental.
Para aprender a gestionar la culpa, lo mejor que puedes hacer es recurrir a psicoterapia. Técnicas terapéuticas como la clínica sistémica, basadas en la conflictiva situada en los lazos interpersonales; o técnicas como la terapia cognitivo conductual, orientada a las modificaciones de los patrones conductuales y de pensamiento perjudiciales, son ideales para la gestión de pensamientos obsesivos-compulsivos tales como la culpa.
Y tú, ¿sientes regularmente culpa? Quizás es momento de hacer algo al respecto.
Referencias bibliográficas
- Etxebarria, I. (2003). Las emociones autoconscientes: culpa, vergüenza y orgullo. EG Fernández-Abascal, MP Jiménez y MD Martín (Coor.). Motivación y emoción. La adaptación humana, 369-393.
- Freire, E. (2007). Culpa. Trastornos de la conducta alimentaria, (5), 423-438.
- Klein, M. (1948). Sobre la teoría de la ansiedad y la culpa. Obras completas, Desarrollos en Psicoanálisis, 235-251.
Buenos días
Tengo 35 años y vivo mi primera relación estable.
Siento que estoy dejando a un lado a mi madre que es con la que he vivido todo este tiempo para dedicarle tiempo a mi pareja y cada vez la relación con mi madre está peor
Me siento culpable de no estar con ella