Diferencias en el reconocimiento: caras y objetos

Redactado por Xevi Molas . Artículo revisado, actualizado y verificado por nuestro equipo de psicólogos por última vez el 18 mayo 2023.
El reconocimiento es una tarea cotidiana que realizamos constantemente con caras y objetos. ¿Existen diferencias en cómo lo hacemos?

Estamos en nuestro salón sentados al lado de un familiar. Observamos a nuestro familiar y no tenemos dudas de que se trata de esa persona. A su lado hay un jarrón. Observamos el jarrón y estamos seguros de su forma, de su contorno, de sus colores y de todas sus características. La tarea que estamos llevando a cabo se conoce como reconocimiento, y lo hacemos cientos de veces a lo largo del día. Reconocemos a nuestro padre, a nuestra madre, a nuestros amigos, y también reconocemos un teléfono móvil, un ordenador, un tenedor, etc. Las diferencias en el reconocimiento de caras y objetos suponen todo un reto a la investigación científica.

Hasta aquí, las tareas de reconocimiento tienen lugar de forma automática: vemos algo y sabemos de que se trata. Sin embargo, a pesar de que parezca lo mismo, muchos investigadores se han preguntado si a nivel cerebral existen diferencias en el reconocimiento entre caras y objetos. ¿Qué partes del cerebro se activan cuando vemos una cara? ¿Qué partes entran en juego cuando vemos un objeto? ¿Son las mismas o son diferentes?

Diferencias en el reconocimiento de caras y objetos

A pesar de que las investigaciones todavía no arrojen una clara diferencia sobre si los mecanismos de reconocimiento son los mismos o no, sí existen ciertas evidencias de que así podría ser. Tanaka y Farah (2003), en sus investigaciones, hallaron que las caras se procesan como un todo y los objetos en base a sus componentes. Las caras, a diferencia de los objetos, poseen una relevancia biológica y social importante, ya que aportan información sobre aspectos importantes de las personas con las que interactuamos. Por ejemplo, podemos obtener datos como la edad, el sexo, la dirección de la mirada, el estado de ánimo, y esto puede influir de forma directa en la interacción social y el aprendizaje.

Las caras se interpretan como un todo. La interacción de sus componentes (nariz, boca, ojos, cejas, etc) forman este todo y va más allá de sus componentes. Los objetos suelen ser reconocidos por sus partes y comparándolos con la imagen que tenemos almacenada en nuestra memoria. Cuando buscamos un determinado objeto, comparamos la imagen que tenemos de ese objeto en nuestra memoria con el objeto real. Pretendemos encontrar un objeto que responda a características como color, forma, etc.

Lo curioso es que hallaron que las caras invertidas también se procesan en base a sus componentes. En su experimento expusieron fotos de objetos y caras invertidas, y las caras resultaron ser más costosas de interpretar. Bartlett y Searcy (1993), afirman que cuando las caras se presentan de forma invertida sus características se procesan de forma independiente y no como un todo. Por otro lado, Bruyer y Coget (1987), aseguran que las características relacionales (el conjunto de componentes de un rostro) se distorsionan cuando las caras se presentan invertidas.

Diferencias en el reconocimiento a nivel neuronal

Las lesiones neuronales han aportado interesantes datos sobre las diferencias en el reconocimiento de caras y objetos a nivel cerebral. Como afirman Luna y Tudela, «las lesiones en el girus fusiforme del cortex inferotemporal en el hemisferio derecho, generalmente causan prosopagnosia (incapacidad para reconocer caras) pero prácticamente no afectan al reconocimiento de objetos». Por otro lado, estos autores aseguran que «la misma lesión en el hemisferio izquierdo, causaría incapacidad para reconocer objetos, pero deja casi intacta la capacidad para reconocer caras».

Las técnicas de neuroimagen también arrojan luz sobre esta diferencia en cuanto a diferentes componentes modulares en el reconocimiento visual de caras y objetos. El equipo de Haxby (1994), a través de la tomografía por emisión de positrones (PET), mostró que ciertas zonas de la vía ventral se activaban cuando se realizaban tareas de reconocimiento de caras. Se obtuvieron los mismos resultados cuando se utilizó la resonancia magnética funcional (fMRI). Esta técnica localizó la activación de forma más minuciosa en dos áreas: el sulcus temporal superior y el giro fusiforme.

El equipo de Kanwisher (1997), determinó que en la percepción de caras se activa una pequeña región del giro fusiforme derecho. Diferentes investigaciones han ido más allá y han averiguado que diferentes áreas de la corriente ventral humana parecen activarse ante la vista de casas o seres humanos. Como afirma John Pinel (2006), «primero, hay más de un área de la corriente ventral que responde a cada categoría de objetos; segundo, se da una gran superposición entre las áreas que responden a diversas categorías de objetos».

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Discusión

Pinel asegura que «si existen circuitos neurales en la corteza humana que son específicos para el reconocimiento visual de categorías específicas de objetos tales como caras, parece ser que están intercalados con circuitos para reconocer otros objetos«. El hecho de que estos circuitos estén intercalados dificulta, más si cabe, la investigación sobre los centros neuronales asociados al reconocimiento de caras y objeto. Es por ello, necesario seguir con la investigación. De esta forma, al arrojar más luz sobre estas diferencias, se podrá ayudar de manera más precisa a aquellos pacientes con dificultad en el reconocimiento tanto de caras como de objetos.

  • Bartlett, J. y Searcy, J. (1993). Inversion and configuration of faces. Cognitive Psychology, 25(3), 281-316.
  • Haxby, J., Horwitz, B., Ungerleider, L., Maisog, J. Pietrini, P. y Grady, C. (1994). The functional organization of human extrastriate cortex: a PET-rCBF study of selective attention to faces and locations. Journal of Neuroscience, 14 (11), 6336-6353.
  • Kanwisher, N., McDermontt, J. y Chun, M. (1997). The fusiform face area: a module in human extrastriate cortex specialized for face perception. Journal of Neuroscience, 17 (11), 4302-4311.
  • Luna, D. y Tudela, P. (2007). Percepción visual. Madrid: Editorial Trotta.
  • Pinel, J. (2006). Biopsicología. Madrid: Addison-Wesley.
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Licenciado en Psicología por la Universidad de Granada. Psicólogo Sanitario. Máster en Inteligencias Múltiples por la Universidad de Valencia. Instructor en Meditación Budista por el Centro Internacional de Estudios Budistas.