Confabulación: invenciones muy reales

Verificado Redactado por Xevi Molas el 31 octubre 2018. Artículo revisado, actualizado y verificado por nuestro equipo de psicólogos el 18 mayo 2023.
La confabulación puede crear historias muy reales, incluso cuando no lo son.

Imaginemos que alguien nos cuenta la siguiente historia: «Esta mañana he estado paseando por el bosque que rodea este edificio. Salgo todas las mañanas a caminar. Me gusta que me de el aire fresco en la cara. Por cierto, este edificio es mío. Como ves es muy grande. Me gustaría dejárselo a mis hijos, pero ellos tienen su vida y no creo que se quieran hacer cargo». Hasta aquí nada extraño. Pero si esta historia nos la cuenta una anciana amarrada a una silla de ruedas y encerrada en un ala de una residencia para mayores… ¿Qué está ocurriendo? ¡Bienvenidos a la confabulación!

Sin duda, se trata de un fenómeno llamativo e interesante. Aquellos que lo padecen lo viven con máxima realidad, esto es, creen que lo que dicen es verdad. A lo largo del artículo se profundizará en el concepto de confabulación, así como en las posibles causas neuronales y los modelos cognitivos. Por último, se indagará un poco en la intervención y tratamiento. Sin embargo, este último punto, a causa de falta de investigación, todavía está por desarrollar.

Confabulación, una extraña historia

Como definen Ardeno, Bebibre y Triviño (2013), la «confabulación es una alteración que afecta principalmente a la memoria episódica -aunque también compromete a la memoria semántica-, alterando tanto la génesis de nuevos recuerdos como la recuperación de los trazos más antiguos». ¿Qué significa esto? Los pacientes son capaces de crear historias de lo más inverosímiles mezclando recuerdos reales con nuevos recuerdos ficticios. También pueden relatar algo que les pasó hace años como si hubiera ocurrido unos días atrás.

En 1987, Kopelman, propuso dos tipos de confabulaciones, la provocada y la espontánea. Sin embargo, Dalla Barba y Boissé (2010), propusieron una nueva clasificación de confabulaciones y afirman que la gran mayoría están relacionadas con «el recuerdo general de hábitos y actividades cotidianas que se colocan en el momento inapropiado«.

Tipos de confabulaciones (Dalla Barba y Boissé, 2010)

  • Invenciones. Son aquellas en las que la persona inventa un acontecimiento que nada tiene que ver con su vida.
  • Confusiones. El paciente mezcla muchos eventos entre sí.
  • Fantasías o confabulaciones bizarras. Los pacientes con este tipo de confabulaciones pueden elaborar historias completamente inventadas pero creen en ellas firmemente. Por ejemplo, decir que un hermano viene a visitarnos todos los días cuando este vive en otro país.

Por lo general, quien escucha a estos pacientes sin conocerlos, puede pensar que no les ocurre nada. Lo inverosímil de la historia puede observarse cuando alguien en silla de ruedas afirma que corre por el bosque todos los días o cuando tenemos conocimiento de la biografía de alguien.

perdida memoria

Por ejemplo, si un familiar que es capaz de andar y que es más o menos autónomo, nos dice que todos los días conduce hasta la ciudad, solo nosotros podemos saber la verdad. Es por esto, tan importante contrastar información con los familiares. Quizá la historia parezca muy coherente y creíble, pero esa persona puede que ni tenga carnet de conducir ni sepa llevar un vehículo.

Modelos cognitivos de la confabulación

Déficit de la temporalidad

Según Dalla Barba y Boissé (2010), los pacientes acceden a los recuerdos a través de la memoria a largo plazo. De esta forma, permanecen atrapados en el pasado. Así pues, no es extraño que rellenen lagunas mentales con acontecimientos del pasado.

Déficit de codificación y monitorización de la información

Mitchell y Johnson (2009), proponen la hipótesis de la monitorización de la realidad para explicar las confabulaciones más bizarras. Según los autores, existe «un déficit tanto en la monitorización de la línea temporal como en la monitorización de la realidad, es decir, en la capacidad de diferenciar los recuerdos reales de los imaginados».

Así pues, señalan los autores que «las confabulaciones no surgen sólo en la relación con el contexto temporal de los recuerdos (es decir, memorias reales desplazas en tiempo y lugar), sino que suceden con todo tipo de trazos de memoria, como pensamiento, asociaciones e imaginaciones».

En este punto también destaca la hipótesis de la monitorización de la fuente. ¿De qué se trata? Según Schnider, (2003), propone que la confabulación tiene lugar «cuando el individuo confunde la fuente u origen del que procede un recuerdo, ubicando mal un evento sucedido en otro o, incluso, con la realidad actual».

Déficit en la recuperación estratégica

El equipo de Gilboa (2006), propone que «las confabulaciones se producen por un fallo en los procesos de recuperación y no tanto en la codificación». Esto es, cuando existe una laguna mental y el paciente no sabe cómo rellenarla, echa mano a recuerdos, sin embargo, se produce un fallo en esta recuperación. Como afirman los autores, «las confabulaciones surgirían del déficit a la hora de usar estrategias de recuerdo eficaces, que comprenden el uso de claves, el uso de estrategias de búsqueda y filtraje en memoria y monitorización consciente de los recuerdos».

Cerebro prospectivo

El equipo de Schacter (2007), propone que se trata de un error en la memoria episódica. Este tipo de memoria, más allá de recordar y reproducir eventos que han tenido lugar en el pasado, también imagina y simula eventos futuros. La memoria episódica lleva a cabo un proceso constructivo, así pues, se trataría de un error en este proceso de elaboración.

Correlato neuroanatómico de la confabulación

El equipo de Duarte (2010) afirma que se han recogido casos de confabulación tras lesiones en estructuras del sistema límbico, como la amígdala, el cerebro basal, el núcleo dorsomedial del tálamo y la corteza perirrinal o medial del hipocampo. Ardeno, Bebibre y Triviño (2013) destacan que la confabulación «se ha relacionado tradicionalmente con atrofia de los cuerpos mamilares y disfunción del tracto mamilotalámico».

Por otro lado, el equipo de Gilboa (2006), ha recogido casos en los que la confabulación ha aparecido tras daños en las estructuras frontales. Afirman que «la lesión en la corteza ventromedial es necesaria pero no suficiente, requiriendo el daño añadido de la corteza orbitaria». La enfermedad de Alzheimer también está relacionada con la aparición de confabulaciones. Se han descrito casos de confabulación después de sufrir:

  • Accidentes cerebrovasculares en las arterias cerebrales media y anterior.
  • Traumatismos craneoencefálicos frontobasales.
  • Hematomas subdurales.
  • Meningiomas.
  • Gliomas.
  • Linfomas.
  • Encefalitis herpética.

Intervención y tratamiento

Algunos pacientes, tras la lesión, se recuperan a las pocas semanas y dejan de confabular. Sin embargo, a otros se les puede legar a cronificar. Normalmente, estos últimos son aquellos cuya lesión es mayor. A pesar de ser una problemática que puede incapacitar en el día a día, todavía queda bastante por investigar, sobre todo su intervención.

El tratamiento suele ser farmacológico y terapéutico. Suelen aplicarse terapias cognitivo-conductuales, pero su eficacia todavía no está del todo demostrada. Como destacan Ardeno, Bebibre y Triviño (2013), «contrastar la realidad y hacer consciente al paciente de sus errores parece que es la clave para la disminución de las confabulaciones en estas personas».

Bibliografía

  • Arendo, M., Bembibre, J. y Triviño, M. (2013). Neuropsicología. A través de casos prácticos. Madrid: Editorial Médica Panamericana.
  • Dalla Barba, G. y Boissé, M. (2010). Temporal consciousness and confabulation: is the medial temporal lobe «temporal»? Cognitive Neuropsychiatry, 15, 95-117.
  • Duarte, A., Henson, R., Knight, R., Emery, T. y Graham, K. (2010). The orbitofrontal cortex is necessary for temporal context memory. Journal Cognitive Neuroscience, 22, 1819-1831.
  • Gilboa, A., Alain, C., Stuss, D., Melo, B., Miller, S. y Moscovithc, M. (2006). Mechanisms of spontaneous confabulations: a strategic retrieval account. Brian, 129, 1399-1414.
  • Mitchell, K. y Johnson, M. (2009). Source monitoring 15 years later: what have we learned from fMRI about the neural mechanism of source memory? Psychollogy Bull, 135, 638-677.
  • Schacter, D., Addis, D. y Buckner, R. (2003). Remembering the past to imagine the future: the prospective brian. Nature Reviews Neuroscience, 8, 657-661.
  • Schnider, A. (2003). Spontaneous confabulation and the adaptation of thought to ongoing reality. Nature Reviews Neuroscience, 4, 662-671.
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Licenciado en Psicología por la Universidad de Granada. Psicólogo Sanitario. Máster en Inteligencias Múltiples por la Universidad de Valencia. Instructor en Meditación Budista por el Centro Internacional de Estudios Budistas.